La construcción está viviendo un cambio silencioso, pero profundo. No tiene que ver con nuevos materiales o normativas, sino con cómo gestionamos la información. Y en el centro de ese cambio está la inteligencia artificial.

Durante años se hablaba de la IA como algo lejano, reservado para grandes empresas o proyectos piloto de laboratorio. Pero eso ya quedó atrás. Hoy, las herramientas inteligentes empiezan a encajar en la operativa real de obra, trabajando con BIM, CDE, planificación, seguridad y control de calidad como si fueran parte natural del proceso.

Un ejemplo claro: el seguimiento fotográfico 360°. Antes, miles de imágenes se guardaban sin contexto, y al cabo de unos días nadie recordaba qué correspondía a qué. Ahora, esas mismas capturas se conectan al modelo digital. La IA compara lo que se ve con lo que debería estar hecho y, si detecta un desfase, abre un issue o una RFI con los datos completos: ubicación, responsable y observaciones. Sin correos interminables, sin llamadas. Solo un aviso útil que se traduce en acción.

Algo parecido está ocurriendo con la seguridad. Las cámaras ya no solo graban: detectan si alguien entra en una zona restringida, si un arnés está mal colocado o si hay materiales acumulados en un paso de emergencia. No para castigar, sino para anticipar riesgos antes de que se conviertan en incidentes.

Y también con la planificación. Las herramientas de análisis de datos revisan hitos, tareas y secuencias para avisar de posibles retrasos antes de que ocurran. No eliminan la incertidumbre, pero ayudan a decidir con información más clara y menos intuición.

Nada de esto exige una revolución tecnológica. Solo hace falta ordenar lo que ya existe: un CDE limpio, modelos actualizados, una forma estándar de nombrar los archivos y una mínima disciplina de equipo. Cuando la estructura está, la IA puede trabajar.

La clave no es digitalizarlo todo, sino empezar en pequeño y bien. Un frente, una obra, una tarea que se repite. Ver cómo funciona, medir, ajustar y después escalar. La inteligencia artificial no sustituye experiencia: la multiplica.

Así que esta semana, si te toca planificar, coordinar o dirigir, pregúntate: ¿qué procesos de tu día podrían mejorar si los sistemas hablaran entre ellos? Tal vez la respuesta no esté en una nueva herramienta, sino en hacer que las que ya usas colaboren mejor.

La transformación no se nota de golpe, pero cuando empieza… no hay vuelta atrás.

Un abrazo,
Laurentiu

Keep Reading

No posts found